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miércoles, 31 de marzo de 2021

Mi primera inmersión en el spanking

 Hace unas semanas, un chico, a través de la red del Pajarito, me preguntó por qué no me decidía a realizar un relato sobre  spanking.


 

En un principio, dudé, ya que al contario que en el bondage, mi experiencia en el tema es bastante limitada, y circusncrita a algún azote furtivo en las noches universitarias de unos tiempos en los que el incidente acababa con un sonoro "gilipollas", y no se aplicaba a nadie la ley antiterrorista , (que tiempos de salvajismo aquellos ya lejanos 2001-2006...), y en tiempos más recientes a algún azote de mi marido ,(siempre son bien recibidos 😉), en ocasiones en que los merezco... y otras en los que no tanto. 

Imagino que todo esto suena bastante vainilla y, en general, conocido para cualquier lector normal de mi blog.

Sin darle más vueltas pasaron los días hasta que un día, de camino al hospital donde trabajo, como no se puede hablar en el bus una piensa más, se me ocurrió una historia.

Cómo ya sabéis, yo en este blog, hago fluir mis fantasias, por lo que al final, como mujer profundamente heterosexual y superficialmente sumisa, siempre plasmo mi orden ideal de las cosas, lo que yo necesito. Y aunque este orden es imposible en la práctica, siempre es saludable, para mi, el concebir mis sociedades utópicas, donde los hombres ofrecen lo que yo necesito y las mujeres reciben lo que yo anhelo.

En mis mundos, los varones son protectores, fuertes, cultos, deferentes, atentos, estrictos y gozan de ver a sus amadas sufriendo para ellos; ellas son sofisticadas, cultas, hiperfemeninas, dulces , anhelantes de sufrir para sentirse deseadas y poseídas por sus hombres y, en muchas ocasiones, con ese puntito "brat" que sirve para desencadenar la acción.

Pues bien, aquí asaltó mi cabecita inquieta la idea de Isla Cane (vara en inglés). Una pequeña y próspera isla estado, fundada a principios del siglo XX por spankers y spankees de todos los lugares del mundo, donde la disciplina doméstica es piedra angular de la cohesión de una sociedad tan cosmopolita.

Aquí, sin abandonar mi habitual narrador omnisciente, ( lo siento, soy muy limitada como escritora), me pongo en los tacones de Jimena Signori, fiscal de la isla, y firme creyente de que, no importa lo inteligente, exitosa o independente que sea una mujer, al final, siempre hay momentos donde necesitamos que alguien nos (me) caliente el culete.

 

A ver que os parece. De verdad, no muerdo, y, si me leeis, me encantaría que me dejarais, críticas y sugerencias, ideas, opiniones. Como sois poquitos, estoy segura de que, al final se podría crear una retroalimentación muy cuqui y familiar.


4 comentarios:

  1. Pues habrá que ir a visitar Isla Cane... Jejeje

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  2. Y enhorabuena por el blog!!!! Sigue así!!!

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    Respuestas
    1. ¡Muchísimas gracias, Cloe! Ni que decir tiene que Isla Cane y este blog se sienten honrados por tu visita, y a tu disposición para lo que estimes.
      Tu blog, por cierto, me tiene enamoradita.

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    2. :)) Gracias por tus palabras!!! ❤

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